Todos los modelos de LLM (ChatGPT, Gemini, Grok...) funcionan para comprender y generar texto que se asemeje a cómo los humanos usamos el lenguaje. Les preguntamos algo, ellos comprenden lo que le decimos, piensan lo que van a decir, y responden la pregunta que le hacemos. 

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Los LLMs están gobernando el mercado y la sociedad, los usamos para que piensen por nosotros las respuestas, creen contenido para nuestro trabajo o estudio, encuentren respuestas más rápido de lo que nosotros lo haríamos, crear asistentes virtuales y optimizar nuestros resultados. Estos LLMs (como ChatGPT) entrenan sus datos con libros, artículos, páginas web, foros, conferencias y demás información que encuentren en el internet. Se pre-entrenan para predecir la siguiente palabra y así aprenden patrones lingüisticos y semánticos; y luego se ajusta para las tareas que se le requieran (como responder las preguntas que le hacíamos antes a Google). 

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El problema es que estos modelos no logran entender cómo las personas gestionan el estrés, las emociones y toman decisiones. No logran entender qué significa ser humano y cómo las emociones rigen nuestra racionalidad. Estos modelos intentan ​inferir rasgos de nuestra personalidad, pero son deficientes porque las interacciones tenidas le conducen a resultados sesgados que no reflejan con precisión los verdaderos rasgos de personalidad de una persona. Por lo tanto, son poco fiables para evaluaciones personales en áreas sensibles como la contratación, la educación y la salud mental.